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Ley PAS: a 3 años de un logro colectivo que resiste en tiempos del individualismo remasterizado.

El tiempo es una variable. Avanza en su marcha inevitable, marcado por segundos, minutos y horas, una medida precisa que parece dividir nuestra vida en fragmentos ordenados. Sin embargo, su verdadera naturaleza se escapa a esta rigidez: en el reflejo de nuestras experiencias, el tiempo se dilata o se acorta, llevando consigo la expectativa de lo que deseamos y la sorpresa de lo que encontramos al mirar hacia atrás. Unos pocos años —tres para ser exactos, que parecerían solo un instante— pueden esconder una riqueza inmensa de acciones, momentos, historias, personas y conquistas. 




Así como el tiempo nos revela todo lo que podemos construir al caminar juntos, la Ley de Promoción de la Alimentación Saludable es el reflejo de un esfuerzo que une las voces de toda una sociedad. Legisladorxs de diferentes frentes políticos, organizaciones de la sociedad civil, académicxs, periodistas, abogadxs, nutricionistas, organismos internacionales de cooperación: todos aportaron para darle forma, cuerpo, lugar, identidad y propósito a una ley que desafía el individualismo e intereses corporativos para proponer una visión de salud y bienestar desde la construcción conjunta. Porque si algo resiste con fuerza en medio de las adversidades, es el poder de lo colectivo, una resistencia movida por la profunda convicción de que, en comunidad, nuestras acciones necesariamente se entrelazan.


La Ley puede resultar ambiciosa y, en cierta medida, provocativa. En un mundo que muchas veces rinde culto al 'sálvese quien pueda', ésta afirma que el bienestar común no es una utopía, sino una meta alcanzable cuando ponemos al otro en el centro, recordándonos que no estamos solos y que, de hecho, tampoco podemos avanzar solos. Su esencia resalta lo que puede lograrse cuando priorizamos la fuerza de lo humano, lo social, cuando elegimos “el sentir colectivo” por encima de la ley de la selva.


Observar sus obstáculos y sus primeros pasos en marcha es ver el vaso medio lleno: una postura resiliente frente a un contexto deshumanizante. La ley no sólo fue aprobada y reglamentada; también fue acogida con dedicación por diversos actores que se han apropiado de ella y trabajan incansablemente para que sus principios se hagan realidad en cada rincón del país. Se ve en esa madre pidiendo su cumplimiento en las escuelas, ese docente planificando un taller para sus alumnxs, en esa investigadora midiendo su impacto, en ese activista defendiéndola en redes sociales y llevándola a foros internacionales, en esa profe invitada a darla a conocer en una cátedra libre o en un postgrado, también en esa abogada que promueve la soberanía alimentaria, ese periodista que le da lugar en su programa de radio, en esa funcionaria que sigue viajando al interior del país a promoverla y, también, esa nutri que no se rinde ante la urgencia que impone el hambre y sigue exigiendo calidad alimentaria en los programas de asistencia. 



Es así como la Ley de Promoción de la Alimentación Saludable, a sus 3 años de aprobación, se reafirma en un sentir colectivo, como una llama que ilumina un camino compartido, un recordatorio de lo que podemos lograr cuando las aspiraciones individuales se unen en una causa común donde “el otro” es lo que importa. Es todo lo bueno que ocurre mientras el tiempo transcurre, independientemente del tiempo cuantificable, Es como el tiempo se revela como un constante diálogo entre lo que medimos y lo que vivimos.


Felices 3 años a todxs los que fueron, son y serán parte de procesos y logros colectivos. 

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